Existe una barrera invisible. Una barrera que nos separa y diferencia a la vez de nuestro yo y el mundo exterior. A decir verdad existen muchas barreras, si te fijas un poco a tu alrededor. Hay barreras que en realidad son fronteras, límites que nosotros mismos nos imponemos supuestamente para protegernos. Estas son las malas, las que nos sumen irremediablemente en lo que a todas luces son prisiones. Cajas vacías en las que no hay sitio para el pensamiento, los sentimientos, las relaciones sociales, el mundo que nos rodea…
Sin embargo existen otro tipo de límites, los buenos, los que delimitan nuestros espacios, desde los más íntimos a los más públicos. Éstos están provistos, como si de etéreas membranas celulares estuviéramos hablando, de diminutos recovecos, huecos, aperturas que permiten el paso, de forma selectiva, a ciertos estímulos imprescindibles para nuestra libertad.
Ósmosis hace referencia a un proceso químico que se produce a nivel celular, gracias a una propiedad que tienen las membranas de éstas que, al ser porosas, permiten el paso de determinadas sustancias, pero a la vez impiden que otras entren al interior de la célula. Puertas que se abren o cierran, una especie de permeabilidad selectiva que resulta fascinante. Sucede algo parecido con los seres humanos y el aprendizaje. Aprendemos unos de otros, dejamos entrar cosas en nuestro interior, al contacto con otros humanos o simplemente con el entorno en el que vivimos. Pero a la vez hay cosas que salen de nuestro interior para pasar a formar parte de otros individuos o lugares.
Éste fue el tema generador que nos movió durante el curso 2006-2007 y que propició dos exposiciones con multitud de obras colectivas con un sentido común: una primera en el espacio Artecovi y otra en el patio central del edificio IBM (gracias al equipo de responsabilidad social corporativa de la empresa).
Para generar este proyecto nos basamos en la obra de un artista multidisciplinar, el austriaco Friedensreich Hundertwasser, que desarrolló su obra a partir de una teoría casi filosófica:
Las cinco pieles de Hundertwasser
“En 1953 en la casa de un amigo, Friedensreich Hundertwasser Regentag pintó su primera espiral. Este símbolo expresa su particular visión del mundo y su relación con la realidad exterior: “Esta relación se desarrolla por ósmosis, a partir de niveles de conciencia sucesivos y concéntricos respecto al yo interior profundo. El símbolo pictórico ilustra la metáfora biológica”. En el fondo de todo se encuentra el ser, la persona, sus deseos y temores; sobre esta, pero siempre girando entorno a ella misma, se van depositando capas de significaciones que lo relacionan con todo el universo. Estas pieles, muchas veces olvidadas, nos conforman como individuos, partes de una sociedad y miembros de un entorno natural. Estas pieles, cinco en particular, engloban todo el universo artístico del pintor-arquitecto-soñador austriaco Hundertwasser.”
El Proyecto Educativo de la Asociación defendía la acción socioeducativa como proceso individual muy cercano al símil de la espiral. También entendía el aprendizaje como un momento de compartir conocimientos previos entre personas y la necesidad de aprender y entender otros lenguajes.
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La primera piel para Hundertwasser es la Epidermis, la que está en contacto directo con el mundo exterior y recubre el interior de la persona.
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La segunda piel es la Ropa, la que Hundertwasser considera como “el maquillaje distintivo”: a través de la ropa configuramos nuestra identidad y conformamos nuestra relación con los demás.
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Hundertwasser considera la Casa del Hombre como la tercera piel. Defiende el “Derecho de Ventana” por el que cada uno de nosotros debería poder transformar su propio espacio (hogar). Con un profundo rechazo a la línea recta, a la que considera antinatural, Hundertwasser intenta rehabilitar la relación entre el hombre y el medio ambiente. Integra en sus construcciones elementos naturales.
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La cuarta piel es la Identidad, la relación del individuo con lo que le rodea y le conforma: familia, amigos, barrio…
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La quinta piel es la Naturaleza, el Medio ambiente, la Tierra. Hundertwasser aboga por una relación simbiótica del hombre con la Tierra.
ACTIVIDADES
Realizamos cinco bloques de actividades que recogían tanto aspectos culturales e interculturales como artísticos y de desarrollo personal. Cada grupo temático estaba relacionado con una de las pieles a las que se refiere Hundertwasser. Cada uno de éstos finalizaba en una actividad grupal en la que los jóvenes hacían uso de todos los conocimientos aprendidos en relación a la piel. Nuestro objetivo último era realizar una exposición en la que se recogieran las obras más representativas realizadas a cabo por los jóvenes.
Comenzamos trabajando sobre las pieles en sentido inverso para llegar desde los aspectos más globales que pueden conformar la identidad del joven hasta aquellos más individuales y personales. Así empezamos por la quinta piel para abordar la relación del hombre con la Tierra, lo que nos permitió trabajar cuestiones medioambientales, de ecología y de respeto hacia nuestro entorno natural. Respecto a los contenidos interculturales, la influencia del arte aborigen de Oceanía en la obra de Hundertwasser fue utilizada para desarrollar técnicas pictóricas y estéticas procedentes de Australia, Nueva Zelanda… Los jóvenes experimentaron con materiales desconocidos para ellos como pigmentos naturales. También conocieron las formas de aplicarlos: con los dedos, palitos…

En la siguiente piel, la de la Identidad dimos especial importancia a los símbolos que identifican tanto a un colectivo como al individuo. Para ello realizamos una visión retrospectiva de la simbología en diferentes culturas a lo largo de la Historia. En este sentido tratamos de realizar una reflexión en la que se cuestionase la representatividad de estos símbolos e intentamos crear otros que se acercaran más a nuestra propia identidad, individual y grupal. Dimos en este bloque especial importancia a las banderas, escudos, etc.
En la tercera piel, la casa, realizamos una visión global sobre los diferentes modos de vida en distintos lugares del mundo y su relación con la arquitectura. Retomando el concepto del “Derecho de ventana” la actividad pretendía que los jóvenes tomaran conciencia de su espacio cercano, de su hogar, y que planteasen propuestas de reforma que les llevara a sentirse dueños del espacio en el que vivían y convivían: reinventar espacios. Para ello partimos de un espacio común, una caja de zapatos, cada uno realizó su propio proyecto de casa. Más tarde tuvimos que construir nuestra propia ciudad sostenible, estilo Hundertwasser, en las que se incluyeron cada uno de los proyectos y formando una obra colectiva: nuestra ciudad.
La ropa, que correspondía a la segunda piel, la trabajamos a través de la influencia que ha ejercido el arte en los modos de vestir. En la actualidad cada vez es más frecuente el usar ropa que está influenciada por estilos procedentes de otros lugares y culturas del mundo. Es importante recalcar también los motivos por los que una persona se viste de una forma concreta y que estas razones están determinadas por factores tanto medioambientales, como culturales o estéticos.
Y, por fin llegamos a la primera piel, la epidermis, en la que hablamos de esa frontera que define a una persona y que recoge como en un lienzo, su historia a través de las marcas que ésta ha ido dejando: arrugas, cicatrices, tatuajes, marcas,… Algunas de estas señales forman parte de una simbología de identificación cultural, mientras que otras forman parte de la propia historia del individuo.